11/5/09

De la bulliciosa Tokio a Nikko la maravillosa




Primer contacto con Japón : sus trenes, primer ejemplo de su organizada vida. Sin retrasos y con espacios previstos para las colas que todo el mundo respeta y que te llevan a la puerta misma de tu vagón. Luego, la ciudad llena de gente pero casi silenciosa. Más tarde descubriremos que todo el ruido de la ciudad se concentra en los locales de juego. Y, quizá, como contrapartida a este orden, sus jovenes que parecen personajes de manga escapados de su mundo fantástico.
Primer contacto con Japón : sus numerosos arrozales ! Sí, eso fue lo primero que quedó grabado en mi retina, esos perfectos rectángulos que vistos desde el avión hacían pensar en un campo inundado y que luego, conforme fuimos perdiendo altura parecian enormes y monocolores cuadros de Mondrian antes de que sus aguas reflejasen las nubes y nos permitieran comprobar su verdadera identidad. Después de tan idílico y relajante recibimiento, la estación de Shinjuku apareció por fin ante nosotros, luego de casi dos horas de tren desde Narita, para transportarnos directamente al Japón de hoy, esa sociedad masificada y, quizá debido a ello –y también gracias a ello- increíblemente educada y disciplinada, de ahi su silenciosas calles, llenas de gente, y también sus pulcrísimos medios de transporte, de ahí que en esas mismas calles no se encuentre el menor rastro de basura y, lo que es más, los suelos del metro o del tren puedan llegar a brillar de lo limpios que están .
La tarde de este primer día la aprovechamos para acercarnos a ese remanso de paz que es el santuario Hanazono-jinja . Después del paseo cenamos en un bar de shusis del barrio rojo, que más que rojo es una mezcla de barrio chino barcelonés y Times Square neoyorquino.
Y tras esta entrada tokiota, el primer plato fuerte del viaje : Nikko, ciudad con no pocos monumentos patrimonio de la humanidad y a la que estuvimos a punto de no poder llegar si nos hubiéramos esperado hasta las 9 : 32 en la estación de Shinjuku esperando el tren que en realidad partia de la estación de Tokio y que nos debía conducir hasta Utsonomiya para luego allí tomar otro tren que nos dejaria en Nikko a eso de las 11 de la mañana.

A la llegada todos los turistas estamos un poco perdidos hasta que por fin llega un autobús y nos recoge para llevarnos al parque nacional, donde se encuentran los monumentos . A la entrada de este parque nos encontramos el Shin-kyô, un precioso puente rojo del más puro estilo japonés. Pero esto no era nada en comparación con todas las maravillas que luego nos iríamos encontrando como por ejemplo los santuarios sintoistas Toshogu, el Futarasam-Jinja y el Yakhusi-Do y por último el santuario y mausoleo Taiyuin-Byo.
Tras la vuelta a Tokio, y luego de comprobar que en los trenes los revisores hacen una reverencia a los viajeros cada vez que entran y salen del vagón, nos vamos a cenar nuestro primer menú de tempura y shasimi en un restaurante tokiota de esos de toda la vida .

1 comentario:

  1. Ya me llegará la hora de conocer Japón pero es maravilloso volar con la imaginación y con vosotros. Besos.

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